Son todos los alimentos y los restos que no nos comemos. Abarcan desde las cáscaras de frutas y verduras, hasta los huesos de pollo, los restos de comida que dejamos en los platos, las frutas que maduran demasiado y ya no las comemos y todos los alimentos que tiramos a la basura.
Estos residuos, al llegar a los tiraderos de basura empiezan a descomponerse. Durante este proceso generan gases que impactan directamente en el cambio climático y calentamiento global (gases efecto invernadero GEI), producen lixiviados, los cuales contaminan los mantos freáticos, y atraen fauna nociva como moscas cucarachas y roedores.